jueves, 6 de abril de 2017

¿Y dónde está la espontaneidad?

Nunca me resultaron atractivas las partusas, las “fiestitas”, la onda swinger, todo eso. Hasta hace poco no sabía por qué. Gracias a un amigo de Facebook, lo descubrí.

Chat invitación tríoLa razón por la que no me gusta todo eso es por que requiere mucha organización. Cero espontaneidad. Y la espontaneidad, la sorpresa, es imprescindible para despertar el deseo. Para mí, por lo menos.

Este chico de Facebook me escribió para invitarme a hacer un trío con él y con una amiga. Destaco una de las frases que me puso (haciendo referencia a su amiga):

Estamos los tres, si querés. ¿Te parece? Tiene una quinta en Liniers, cerca de General Paz, y movilidad.

Yo tenía ganas de preguntarle “y la pelota, ¿quién la lleva?”. Claro, por que el pibe parece que no distingue entre organizar un partidito de fútbol con los amigos a organizar una cita con dos chicas para tener sexo.

Sépanlo chicos: no me van las cosas muy premeditadas, planeadas con anticipación. No me gusta que me cuenten la historia antes de ver la película. Y más si se trata el tema con toda ligereza, como si tener sexo fuera algo así como un entretenimiento deportivo.

Quizás eso les sirve a las promotoras que se enfiestan con deportistas, y además se graban en video, para conseguir 15 minutos de fama, como la chica esa que se filmó en un video con dos automovilistas (si les interesa el video, lo pueden obtener aquí).



A mí me tienen que sorprender, me tienen que seducir con un poco de misterio, de intriga. De magia. Tampoco me va lo cursi, tipo que me pongan un pasacalle frente a mi casa con algún mensaje romántico. Por Dios, lo prendo fuego si mi nombre aparece allí.

Yo podría llegar a participar de una “fiestita” si fuera algo que surge en forma espontánea, sutil y seductora. Me imagino una situación como la siguiente:

Salgo con un tipo. Llamémoslo Juan. Al final de la noche me ofrece ir a su casa. Acepto.

Al llegar a la casa de Juan, resulta que hay otra pareja. Nos presentamos, charlamos, tomamos algo. Tranqui.


De pronto, esta pareja empieza a ponerse mimosa. Se empiezan a abrazar, a besar, a manosear. Entre ellos, nomás. Mientras tanto, Juan y yo miramos. Juan mira como si tal cosa (obvio que lo tenía planeado).

Orgía amateurJuan me dice que si me siento incómoda nos podemos ir a otra parte de su casa. Le digo que no. Entonces se me acerca, me abraza y me besa con suavidad. Los de la otra pareja empiezan a desvestirse a medida que se van calentando.

Juan me suelta y se acerca a la otra pareja. La otra chica lo empieza a desvestir. Me dice: “te podés sumar cuando quieras, o si preferís podés mirar solamente. Nadie te va obligar a nada”. Eso me gusta. Libre albedrío. Decido mirar un poco, mientras a Juan lo van dejando en bolas y se va armando la orgía.

Después de mirar un rato y excitarme, entro al juego yo también. Ahí sí me engancho en la fiestita y me entrego cien por ciento a la acción.

Ojo, no vale invitarme a salir y hacer exactamente lo que acabo de contar. Esa idea ya está usada. Piensen otra, chicos. Usen la imaginación, para mí eso es lo más importante.



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